Desde hace algunos años que nos encontramos viviendo un proceso de transformación tecnológica a escala global donde muchos trabajos están teniendo que adaptarse a nuevos tipos de exigencias y cambios. Lo que inevitablemente nos empuja a desarrollar nuevas habilidades en los miembros de nuestras organizaciones, desplegando estrategias diferentes de capacitación y desarrollo para preparar a las personas dentro de nuestras organizaciones. Una de estas estrategias es la reconversión laboral, proceso del cual existen pocas experiencias a gran escala, pero sin duda que esto empezará a cambiar.
Nuestro equipo de consultores participó en una de las iniciativas más importantes de reconversión laboral hechas en nuestro país. Invitados por la División Chuquicamata de CODELCO, tuvimos la oportunidad de trabajar en la reconversión de un grupo de trabajadores que se habían dedicado por muchos años a labores relacionadas con la explotación minera de cielo abierto, para prepararlos en la ejecución de procesos en minería subterránea. Todo esto en el marco del megaproyecto de Transformación de Chuquicamata, que significaba entre otras cosas una nueva forma de hacer minería basada con un alto componente tecnológico y una nueva filosofía operacional.
Nuestra participación en este proyecto fue bastante amplia y diversa, desde poder concretar el diseño del programa hasta evaluar en terreno de forma constante su progreso, lo que además de los desafíos técnicos que planteaba, incorporaba importantes retos logísticos de gran envergadura, ya que se buscaría llevar a cabo una pasantía de 5 meses en la Mina El Teniente de Rancagua, buscando que los participantes adquirieran las habilidades específicas de la operación, pero al mismo tiempo pudieran experimentar de primera fuente los aspectos vivenciales y culturales de la minería subterránea.
Héctor Conejeros, quien lideró en terreno el equipo de nuestra consultora involucrado en el proyecto, señaló que un proceso tan grande como este tiene que considerar el cambio de identidad de las personas. “El trabajo de en gran parte define tu autoimagen, por lo que si de un momento a otro te dicen que ya no te dedicaras a tu profesión de toda la vida y pasarás a hacer otra cosa, tienes que pasar por una especie de luto y luego volver a crear tu identidad, entonces la reconversión no sé puede reducir simplemente a las habilidades técnicas y ese fue el desafío más grande”.
Programa de inducción, entrenamiento y pasantía
La iniciativa fue bautizada como el Programa de Inducción, Entrenamiento y Pasantía (PIEP), que comenzó con una fase de preselección de voluntarios de la división de Chuquicamata y que resultó en un grupo de 100 trabajadores y 16 supervisores, los que fueron elegidos luego de haber aprobado una serie de evaluaciones técnicas, de salud, revisión de su experiencia laboral, entre otras habilidades, demostrando ser los mejor preparados para el desafío que estaban por comenzar.
El segundo paso que se realizó fue la realización de una completa inducción durante 4 semanas que consideró temas de seguridad, procedimientos operacionales, aspectos técnicos introductorios y reforzamiento de conocimientos básicos. Lo que permitió que los participantes quedaran habilitados para ingresar a la operación, lo que finalmente ocurrió a mediados del mes de mayo.
“Estos primeros días fueron difíciles, no solo porque los mineros estaban lejos de sus hogares, viviendo en un campamento a 40 minutos de Rancagua, lejos de sus familias y de sus comodidades cotidianas, sino que por el impacto cultural que significó integrar a trabajadores de organizaciones con mucha historia y tradición, comenta Héctor.
Para el programa los trabajadores fueron distribuidos en 12 especialidades diferentes, además de ser asignados a 4 secuencias de turnos de trabajo específicos. En el programa se realizaron talleres conductuales, entrenamiento en terreno, capacitación en simuladores, cursos teóricos, e-learning y realidad virtual. Del total de las actividades, el 80% fueron formativas prácticas y fueron supervisadas constantemente en terreno, manteniendo en foco en garantizar la seguridad de los trabajadores, así como la máxima experiencia de aprendizaje, tanto técnico como vivencial. El rol de los supervisores, quienes actuaron como líderes operativos y evaluadores en terreno, fue clave para mantener el programa funcionando en todos sus aspectos, lo que además les permitió a ellos mismos adquirir las habilidades necesarias para tomar el liderazgo de la nueva mina en Chuquicamata.
Nuestra labor abarcó diferentes aspectos, incluyendo el apoyo a la gestión logística, acompañamiento constante en terreno, planificación del proceso, evaluación del progreso, apoyo a los supervisores, implementación de las tecnologías de capacitación involucradas y facilitación de la comunicación al interior del programa, siendo clave la posibilidad de integrarse exitosamente con el equipo coordinador, con el que se logró alcanzar una dinámica de trabajo de mucha flexibilidad y alto rendimiento.
“Una vez que los trabajadores provenientes de Chuquicamata comenzaron a estar en mayor contacto con los mineros de El Teniente, se generó un clima positivo de mucha camaradería y compañerismo, puesto que se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común”, comentó Héctor Conejeros. La buena relación generó que entre los mismos compañeros se traspasaran toda la experiencia del trabajo, provocando en muchas áreas de la mina, junto con otros factores, que el desempeño de los trabajadores de Chuquicamata fuera destacado y reconocido por sus colegas Tenientinos.
Llevar lo aprendido a casa
Pese a las complejidades que involucró un programa de esta envergadura, además de ser una experiencia sin precedentes en la organización, los resultados de la pasantía fueron catalogados como exitosos. En primer lugar, el proceso finalizó con “0” incidentes de seguridad, uno de los aspectos más relevantes en una actividad de este tipo, lo que se sumó a que el nivel de deserciones fue muy bajo, solo tres voluntarios tomaron la decisión de volver a sus casas y principalmente por temas familiares. Por último, todos los trabajadores que estaban realizando esta pasantía, aprobaron sus respectivos procesos de evaluación, demostrando así haber adquirido las competencias necesarias para comenzar a trabajar en minería subterránea.
El último paso fue llevar todo lo aprendido al nuevo proyecto subterráneo de Chuquicamata para desarrollar las nuevas competencias aprendidas y así iniciar un nuevo desafío laboral en sus carreras, donde tuvieron que pasar por un nuevo proceso de inducción, además de capacitarse de manera intensiva en las nuevas tecnologías involucradas en esta mina. Dos años después, el primer equipo de participantes del PIEP ya cumple sus funciones dentro de la mina subterránea de Chuquicamata y pasaron a la historia de la organización como los responsables de poner en marcha uno de los proyectos más importantes de la minería en Chile.
Aprendizaje compartido
Tanto para la organización como nuestro equipo consultor fue un proyecto lleno de desafíos sin precedente, los cuales hemos convertido en aprendizajes relevantes para nuestro quehacer como equipo y que hemos seguido analizando con miras a construir modelos de intervención que nos permitan seguir desarrollando proyectos de este tipo.
Los procesos de reconversión son complejos, no solo por los desafíos técnicos y operativos que plantean a las organizaciones, sino porque lo que está en juego, es la propia autoimagen del participante. Por lo que es primordial abordar este tipo de desafíos de forma integral, regulando en todo momento las expectativas de todos los involucrados, dando a entender que se requieren de tiempo de ajuste y periodos de prueba para poder afiatar de manera definitiva los cambios.
¿La recompensa? Una fuerza de trabajo, más flexible, impacto en el compromiso e imagen de la organización y salidas de continuidad laboral en un escenario que ese espera un recambio importante en el tipo de trabajo que requeriremos, además de impactos positivos en las relaciones laborales y vínculo con la comunidad.